Hace cuatro años, hablar de la crisis económica que se nos avecinaba era motivo para acusarle a cualquiera de antipatriota, de ponerse del lado de los agoreros y de ir en contra del Gobierno.
Hasta hace unas semanas, hablar de duplicidades o triplicidades en la Administración era poner en entredicho el Estado de las Autonomías, la Constitución, el Estado de Derecho, la Democracia….., pero la situación económica es tan crítica y el gasto público tan elevado, que después de apuntar a las Empresas Públicas el foco se ha puesto sobre las Administraciones Públicas y en todos los medios, tanto españoles como extranjeros, se cuestiona si somos capaces de costear nuestro entramado administrativo y los servicios públicos que nos dispensa.
Todos estaremos de acuerdo, espero, en que la Administración Pública debe servir para diseñar y gestionar eficientemente los Servicios que demanda la ciudadanía y que son financiados por los contribuyentes. Conviene distinguir entre ciudadano y contribuyente porque no siempre coinciden esas figuras. Como ciudadanos queremos los mejores servicios, pero como contribuyentes tal vez las cosas las vemos de otra manera.
Si la Política debiera plantear un programa que optimice la relación entre la satisfacción de los ciudadanos con el sacrificio de los contribuyentes, la Administración Pública, siguiendo la dirección de un Gobierno legitimado por los votos, debería implementar ese programa.
Llamamos «competencias» de la Administración a las actividades que asume bajo su responsabilidad y sobre las que deben tomar decisiones y ejecutarlas.
Como cualquier organización, la Administración Publica necesita una buena dirección y unos buenos empleados para cumplir su misión. Todos ellos deberían ser competentes para poder ejercer sus competencias.
En las empresas privadas la mayor parte de costes supérfluos, sean administrativos, de producción o generales, son consecuencia de carecer de Organigramas claros, Responsabilidades de Dirección definidas, Procesos Eficientes integrados por Tareas debidamente asignadas a los Empleados según su capacidad y adiestramiento. Conforme van fallando alguno de estos elementos, las ineficiencias crecen exponencialmente y al final la empresa deja de ser competitiva.

Structure for the Ministry of the Presidency: Dominican Republic Español: Organigrama del Ministerio de la Presidencia (Photo credit: Wikipedia)
Todo Gobierno, cuando se constituye, tiende a introducir junto con un nuevo Equipo de Dirección cambios en el Organigrama. Esta es una cuestión que los medios recogen con avidez cada vez que se produce y que la sociedad entiende como normal, pero tiene una gran transcendencia cuando afecta a una Organización formada por muchos funcionarios.
Un cambio en el Organigrama de un Gobierno afecta a muchos departamentos, direcciones, secciones, negociados….., lo que significa que muchos funcionarios son traspasados de un Ministerio a otro, afectando a procesos de trabajo que tienen que ser sustituidos por otros soportados por nuevos sistemas informáticos, e incluso por formularios, anagramas, rótulos…etc., diferentes…..
Como para que el reloj de nuestra Administración funcione correctamente debe haber un engranaje perfecto entre las ruedas nacional, autonómica y local, el problema antes comentado puede llevar al caos, cuando los cambios se producen simultáneamente en más de una de ellas.
Hasta que los nuevos jefes definan su proyecto, los funcionarios conozcan a sus nuevos jefes, todos sepan cuales son sus interlocutores válidos a derecha e izquierda, arriba y abajo de los organigramas y se reajusten de nuevo todos los procesos administrativos y de toma de decisiones, el deterioro de la productividad administrativa, de la calidad de los servicios y la desorientación de funcionarios y ciudadanos es patente.
Lo mismo que en la empresa privada, los Partidos Políticos deberían exponer en sus Programas , el Organigrama, el reparto de Competencias en horizontal (Ministerios ) y en vertical ( Nación, Autonomías, Ayuntamientos…) con el que Gobernarían si fuesen elegidos, así como los procesos diseñados y la valoración de los recursos necesarios para el cambio administrativo que proponen. Si no se hace así, el tiempo de la legislatura se pasará en reuniones y tareas para confeccionar lo que debería haber sido el plan previo a la acción de Gobierno.
Para finalizar y por encima de todo está la capacidad de las personas, su formación, conocimiento, integridad y entrega. No siempre están al frente de la Administración los más competentes y cuando eso es así las competencias administrativas no se ejercen eficazmente. Quién opte a presidir un Gobierno debe contar previamente, con el apoyo de personas competentes y comprometidas, dispuestas a dejar sus actividades por una causa mayor y en interés de la sociedad. No es de recibo dejar esta tarea para después de las elecciones, pues se corre el peligro de que una vez iniciada la legislatura, los más capacitados no se sientan atraídos por un proyecto en cuyo diseño no participaron.
La preparación es el 90 % del éxito. Así nos va……….
Saludos,
EDM
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