Todos los activos tóxicos, es decir todos los que no están bien provisionados en los Balances de los Bancos y de las Cajas de Ahorro de este país, se van a poder traspasar al que se denomina ya popularmente Banco Malo.
Plantea muchos problemas determinar la fórmula y el valor del traspaso de esos activos provenientes fundamentalmente de la burbuja inmobiliaria, pero suscita poco interés el saber por qué lo que un día se vendió como pescado fresco, era en realidad pescado podrido.
Me refiero a cómo se generalizó en España, con el inicio del milenio, la especulación apalancada que soportada en tasaciones a valor de un mercado «burbuja», venían acompañadas de préstamos hipotecarios sobre la propia vivienda o pignorados sobre bienes de valor también inflados.
En una carrera desenfrenada de bancos, inmobiliarias, promotoras, administraciones y especuladores por aprovecharse al máximo de esa situación, la percepción de la realidad se fue desdibujando de tal manera en nuestra Sociedad, que la prudencia pasó a considerarse un lastre para el progreso, mientras que el endeudamiento, el apalancamiento financiero, se transformó en la formula mágica del rápido enriquecimiento de los linces de los negocios.
¡Tontos los que no se endeudaran al 8% para adquirir viviendas que se revalorizaban el 15 % anual!. ¡Pésimos los empresarios que con tipos al 6 % no elevaban su grado de endeudamiento y renovaban sus instalaciones, adquirían nueva maquinaria, ……!. ¡Que poca visión los inversores que no pedían un préstamo personal al 10%, para sacar en bolsa un 20!…….
La percepción del “riesgo” prácticamente se desdibujó porque pasaron a darse como dogmas de fe, afirmaciones como la que decía que en España nunca habían bajado los precios de los pisos, que España era el país ideal para hacerse rico y que nuestro sistema financiero, con el de Canadá, era el mejor del mundo…..
El “riesgo” es la materia prima del negocio financiero. El directivo de un Banco o de una Compañía de Seguros, sabe o debería de saber, que el interés por el que presta el dinero, o la prima que cobra por un seguro, debe evaluar esencialmente el coste del riesgo que supone no recuperar el dinero prestado o tener que afrontar las consecuencias económicas de un siniestro en caso de que se produzca.
Este negocio, el de los bancos y el de las aseguradoras, es seguramente el más complejo de todos los que nos rodean, porque en él sus gestores deben estar muy al tanto de la realidad del entorno y combinar conocimientos de economía, matemática financiera y contabilidad, además de poder asegurarse mediante sofisticados procedimientos de control, que su normativa de selección de riesgos y valoración de las provisiones que cada uno de ellos genera, se aplica escrupulosamente.
Es normal que un padre de familia o un pequeño empresario no esté en condiciones de calcular las probabilidades de poder devolver un crédito o la prima de riesgo de un seguro sobre su vida o sus bienes patrimoniales. Este es el cálculo que debe hacer un profesional y que corresponde a los bancos a la hora de conceder un préstamo o a las compañías de seguros cuando suscriben una póliza. Además, las autoridades y las instituciones velan o deben velar porque las cosas se hagan bien y estén bajo control. Ahí está la seguridad del sistema y la de los consumidores.
Curiosamente, cuando una entidad financiera abre la mano en la aceptación de riesgos, se produce un rápido crecimiento de sus ingresos y activos como consecuencia inmediata de integrar en su negocio los créditos, préstamos o seguros que antes no aceptaba y que estaban buscando un banco o aseguradora solvente.
Si además, el crecimiento en primas o en activos no viene acompañado tampoco de una rigurosa valoración de las provisiones que acompañan a la cartera de riesgos y siniestros aceptados por la entidad y el fenómeno no es alertado por las auditoras o por las Instituciones de Control, la entidad financiera seguramente incrementará también sus beneficios.
Para la gente normal, desconocedora del negocio financiero, la entidad funciona estupendamente, la dirección es buena y la clientela se encuentra segura. Todo marcha.
Hoy, cuando la burbuja ya ha explotado, deberíamos tratar de averiguar cómo se ha producido la debacle para aprender de los errores cometidos y pedir explicaciones y responsabilidades.
Cuando el negocio financiero centra su objetivo general en el crecimiento por mayor cuota de mercado y cuando el rigor técnico da paso al marketing agresivo, mejorará la imagen de la entidad aparentemente, pero la calidad del negocio se deteriora y eso, tarde o temprano, sale en forma de pérdidas e incluso de quiebra.
Muchas familias sufren actualmente la tragedia de haberse dejado llevar por una mala evaluación de sus riesgos. Querían algo que estaba por encima de sus posibilidades y nadie les advirtió. Sufren sin duda las consecuencia de una mala decisión….. pero: ¿Qué pasa con quienes no les asesoraron de manera profesional?. ¿Qué pasa con los que contribuyeron decisivamente a desvirtuar la realidad de nuestra economía y de nuestras posibilidades?
Hoy vamos a tener un banco malo, pero… ¿Dónde están los banqueros malos?.
Enrique Díaz Moreno
Ingeniero Industrial. MBA IESE.
SD Businessfokus.
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