Es verdad, necesitamos emprendedores porque ellos son los que crearon valor y puestos de trabajo. Cuando se crea valor, el resultado da para todo, para empleos, para sueldos, para dividendos, incluso para impuestos. Cuando se destruye, nos acordamos de los que lo crearon y les echamos de menos.
Creo que en nuestro país se ha tratado mal al buen empresario, colgándole el “sambenito” de explotador, capitalista….etc. Haberlos los habrá habido, pero todos hemos conocido a grandes y pequeños empresarios que en algún momento han hipotecado su vivienda para sacar adelante su empresa e incluso para poder pagar las nóminas. Tal vez, la mala imagen que se ha creado de la “clase empresarial”,sea la causa por la que cada vez tenemos menos emprendedores y se crean menos empresas. Hoy se genera valor compitiendo y para competir, hay que ser competente, es decir: ser capaz y estar preparado, muy preparado. La competición hoy es global y afecta tanto a las grandes como a las pequeñas empresas. Estas, si no se plantean competir en China, deberían preocuparse de que un chino venga a competir con ellas en su propio barrio. Así es el libre mercado, un mercado mucho más eficiente que aquel mercado protegido, aislado del resto del mundo, que copiaba fuera para producir dentro y distribuía luego su producto entre consumidores cautivos, imposibilitados de comparar y elegir entre otras opciones.
Una empresa con éxito se crea combinando un proyecto innovador y un buen emprendedor. El mejor proyecto será una pifia en manos de un promotor incapaz, lo mismo que el mejor de los aviones se estrellará en manos de una persona que no sepa pilotarlo.
En mi opinión, hay muchos más proyectos viables que personas con las capacidades necesarias para emprender. Crear una empresa es muy complicado, pero una vez creada, mantenerla competitiva, también. La diferencia entre emprendedor y empresario esta ahí. El emprendedor es el explorador que busca nuevos horizontes, el empresario quién quiere echar raíces en ellos. La mayoría desearíamos enriquecernos rápidamente y los que llamamos “hombres de negocios” buscan eso, los emprendedores disfrutan con crear algo nuevo que funcione y los empresarios aspiran a que su empresa se perpetúe en el tiempo.
Emprender no es fácil. Gates, Allen, Jobs,……además de ser brillantes, dedicaron muchísimas horas a estudiar, a preparase, a probar diferentes ideas y caminos, y se han equivocado tantas veces como veces se han superado a sí mismos.
Para llegar a tener buenos emprendedores debemos crear marco para que los mejores, jóvenes o veteranos, desde el trabajo intenso, el análisis y la prudencia asuman el riesgo y la responsabilidad de crear algo nuevo, que genere riqueza y bienestar. Si nuestra sociedad no valora y respeta como se merece a quién crea riqueza para ella, sólo los que busquen el propio enriquecimiento querrán emprender y esa motivación marcará la cultura de la empresa y el compromiso del empresario con la sociedad.
¿Hay mayor solidaridad con los demás, con la sociedad en general, que poder ofrecer puestos dignos de trabajo y contribuir al progreso?.
Ojalá pudiéramos crear emprendedores por encargo o sacarlos de la chistera cuando los necesitáramos, pero eso es imposible. Resulta realmente difícil encontrar una persona capacitada, con un buen proyecto empresarial en su cabeza, que combine además las dosis correctas de prudencia, determinación y liderazgo que definen al emprendedor de verdad; eso es algo excepcional.
Tenemos que ayudar con formación, consejo y también económicamente a los que, con los tiempos que corren, se lanzan al ruedo del mercado para competir. Hay conocimiento y experiencia acumulada en nuestras Instituciones públicas y privadas para poder evaluar la viabilidad de ideas y proyectos empresariales, pero tan importante como evaluar un proyecto es evaluar objetivamente la capacidad emprendedora de quién lo presenta. Evitar la frustración personal y la ruina económica de quienes, tal vez empujados por la propia crisis económica, apuestan su patrimonio o el de sus familiares y amigos por un proyecto empresarial de un nivel de riesgo desproporcionado e inasumible, debería ser una responsabilidad de todos. Si ese tipo de proyectos se generalizase, no solo perderían los emprendedores, la sociedad en su conjunto destruiría valor y todos perderíamos.
Además, ¿no sería más rentable para la sociedad, ayudar a “repensar” la estrategia y el proyecto empresarial de tantas pequeñas y medianas empresas que destacaron hace poco tiempo por su producto o servicio, pero que por la crisis han visto disminuir sus ventas y esperan angustiados el cambio de ciclo?
Si los pescadores aprovechan para coser las redes y reparar el barco los días en que el mal tiempo no les permite hacerse a la mar, ¿no deberíamos nosotros aprovechar la falta de actividad que trae la crisis, para revisar todos los factores que condicionan la competitividad de nuestras empresas y ponerlas “en forma” para poder competir con garantías cuando salgamos del túnel?.
Enrique Díaz Moreno
Ingeniero Industrial. MBA IESE.
SD www.businessfokus.es
noviembre de 2012
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