ImagenEl “poder” siempre ha manejado el palo y la zanahoria, pero la sociedad ha ido avanzando y al menos en los países democráticos, el palo se ha ido transformado en Leyes e Impuestos que serían nuestros deberes como ciudadanos y la zanahoria en servicios públicos y recompensas sociales, que vienen a ser nuestros derechos.

El esfuerzo de las últimas generaciones, bien administrado, nos permitió alcanzar niveles en la calidad de servicios públicos, tales como la Sanidad, la Educación,  la Seguridad Ciudadana, la Justicia………, impensables hace cincuenta años.

La crisis económica que vivimos, nos enseña que en el afán de conseguir el poder y de mantenerse en él, nuestros políticos competían entre sí prometiendo enormes zanahorias a los ciudadanos. En dinero o en especie, la mejor manera de conseguir votos era prometer más subsidios, ofrecer más y mejores servicios, construir obras públicas de todo tipo y en general, llegar dónde no se llegaba antes.

Creímos haber alcanzado ese paraíso terrenal, al que bautizamos “Estado del Bienestar”, en el que la gente nace y crece sana, se forma, vive, disfruta, tiene trabajo hasta que se jubila y luego envejece tranquilamente.

Aún con la resaca, hoy vemos las cosas de otra manera.

¿Podemos mantener el Estado del Bienestar o nos vuelven a echar del paraíso?

A lo largo del tiempo lo Público y lo Privado han tenido que conjugarse para que la Sociedad avanzara. El grado de intervención del Estado en la actividad social y económica es motivo permanente de estudios y teorías de las que se alimentan ideologías y programas políticos.

Como hay gente para todo, unos piensan que el mejor Estado es el que no existe. Para otros, el bien común sólo se consigue con un Estado fuerte y planificador que asigna tareas y exige resultados a los individuos. En el medio, estamos la inmensa mayoría de ciudadanos.

Lo privado busca el interés particular: Uno asume el riesgo y está dispuesto a arruinarse si la cosa no acaba bien.

Lo público busca el interés general. Generalmente Administraciones y Sociedades públicas actúan con el encargo de diseñar y ofrecer servicios e infraestructuras necesarios para todos.

Seguramente todos nos hacemos preguntas como éstas: ¿Pero entre tantos: Cuál es el interés general?. ¿Hay algún límite para el interés general?. ¿Y para el particular?. ¿Cuándo y cómo lo público debe entrar en lo privado?. ¿Y lo privado entrar en lo público?. ¿Se gestiona igual lo público que lo privado?………

En mi opinión, público y privado, como agua y aceite, son difíciles de mezclar pero están y deben estar en todas las salsas de la política, de la economía y de lo social: El problema es sólo cuestión de dosis.

Cuando lo público trata de competir con lo privado para ganar dinero, el peligro de que olvide que su interés debe ser el general es evidente. Si lo público gana dinero y quiere fortalecerse como si fuera una empresa privada para hacerse el líder del mercado, podrá aducir que el dinero que gana es para la sociedad, pero mientras lo hace impide la libre competencia y evita que las empresas privadas desarrollen su iniciativa. El monopolio de estado, como puede observarse en algunos ejemplos todavía, nos ha llevado a enormes estructuras ineficientes, que necesitan grandes cantidades de dinero público para equilibrar sus cuentas.

Por otra parte, resulta difícil de imaginar a una empresa privada ofreciendo a riesgo y ventura servicios públicos de interés general, sin asegurarse las subvenciones que le garanticen que en ninguno de los escenarios posibles entrará en pérdidas.

Como por definición los servicios públicos deben ser neutros en términos de resultados y resultan normalmente deficitarios, difícilmente vamos a encontrar empresas que quieran competir por ofrecerlos, así que si realmente son necesarios, la administración pública debería encargarse de ellos y ser la responsable directa de que se den en condiciones.

Las empresas privadas buscan siempre la máxima rentabilidad y esto no es malo si sus fines y medios son buenos. Por su parte, las administraciones públicas además de ofrecer servicios básicos, son las responsables de que esas empresas privadas compitan en el mercado limpiamente, para ganar dinero, generar empleos y pagar los impuestos con lo que, entre otras cosas, costear el arbitraje público.

Además, cuando la Sociedad tiene necesidad y por tanto interés general en buscar mercados y sectores de futuro que sustituyan a los maduros, la responsabilidad de lo público debe ser estimular la creación de nuevas empresas. Esta labor es necesaria para crear mercado y deja de serlo cuando el mercado ha adquirido el volumen suficiente.

La colaboración entre lo Público y lo Privado es posible y necesaria. No es fácil saber dónde está el equilibrio en cada momento de esta relación, pero lo que si resulta evidente es que precisamente para encontrarlo necesitamos a los más competentes. ¿Los tenemos?.

Bienvenidos al otoño

EDM