Los que se dejan ver en todos los medios siempre trabajando en lo que según ellos más nos interesa, deberían leer a Pareto para separar la paja del trigo y concentrar su atención en los problemas verdaderamente importantes y su esfuerzo en resolverlos.
Pareto, aunque suene a filósofo clásico y se haya podido colar entre Aristóteles y Platón en más de una charla de café, fue en realidad un italiano contemporáneo de nuestros abuelos, que tras distinguirse como economista, sociólogo y filósofo, murió en Suiza en los años 20 del siglo 20.
A él se debe el “principio” que viene a decir que cuando se asigna una tarea a un colectivo, el 80% del trabajo se realiza normalmente por el 20 % de la gente y en consecuencia, hay un 80 % del colectivo que sólo se ocupa del 20 % del trabajo.
Pareto se aplica en muchos órdenes de la vida, lo que se traduce en que por ejemplo aproximadamente el 80 % de los accidentes de tráfico lo sufren el 20 % de los conductores, el 80 % de la riqueza está en manos de un 20 % de la población, el 80 % de la información está en el 20 % de lo que se publica…… y así con cualquier cosa en que reflexionemos un poco.
El principio de Pareto es en realidad un aforismo, es decir no es una obviedad o axioma, una verdad evidente, pero es algo que la experiencia se encarga de confirmar.
Los refranes, los proverbios, las fábulas con sus moralejas, los cuentos que nos contaban de niños,….. escondían entre sus líneas enseñanzas o pautas a seguir en nuestra vida que aunque no seamos capaces de demostrar científicamente, constituyen la esencia de sabiduría popular adquirida por la experiencia de las anteriores generaciones. El Principio de Pareto es algo parecido.
Según de lo que hablemos, podríamos llamarle también la maldición de Pareto, porque si como él afirmaba, esa regla del 20-80 se perpetúa en el tiempo y es independiente del tipo de cultura, economía y sociedad en que vivamos, vamos dados.
Así es frustrante pensar que pase lo que pase, siempre habrá un 20 % de “currantes” y un 80 % de “vivillos” que se escaqueen y que el 80 % de la riqueza siempre estará en manos de un 20 % de la población. Todavía es peor que además y siguiendo con Pareto, de ese 80 % de quienes detenten el poder o los recursos, sólo trabajarán activamente el 20 %.
De lo que no cabe ninguna duda es que Pareto fue un excelente observador de la Sociedad y también un gran conocedor de la naturaleza humana.
En mi opinión el Principio de Pareto, en la manera que condiciona a nuestras organizaciones y por tanto a nuestras vidas, se asemeja mucho a la Ley de la Gravedad que como todos sabemos nos ata al planeta y condiciona también, ineludiblemente la relación entre las masas.
Si para acercarse a ese infinito Universo, la Humanidad tiene que romper la barrera de la gravedad, deberíamos tratar de romper también la barrera que limita nuestra eficiencia organizacional y que se expresa en el principio de Pareto, si queremos construir sociedades más solidarias y justas.
Conseguir romper esa barrera y superar nuestros propios límites como sociedad, es uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos, pero no será más que un sueño en tanto quienes nos lideran no conozca el Principio de Pareto y empiecen por ellos mismos a tratar de vencerlo.
Trabajo no les va a faltar ya que según el propio Pareto para recoger el 80 % de lo importante de nuestras Leyes, Normativas, Procedimientos, Protocolos, Burocracias en general……bastarían sólo en el 20 % de todas ellas.
Además sólo 20 % de los Organismos, Instituciones, Comités, Departamentos, Instituciones,…..etc., que constituyen nuestras Administraciones, bastarían para hacer el 80 % del trabajo que se les asigna.
De la crisis que vivimos según Pareto, sólo un 20 % de los que creemos han sido los responsables del 80 % de errores cometido pero como ya estamos comprobando el 80 % de justos pagarán por ese 20 % de pecadores.
Se puede vivir sin conocer el Principio de Pareto de la misma manera en que se puede vivir sin saber qué es la gravedad, pero para ser más eficientes y también mejores personas, deberíamos tratar de estar todos en ese 20 % de los que dan el callo cuando se nos encarga una tarea y desenmascarar a todos los que prefieren esconderse entre el 80 % de muy ocupados en conseguir no dar ni golpe.
Habrán sobrado el 80 % de estas líneas para decir el 80 % de lo que quería decir, pero Pareto es así.
Enrique Díaz Moreno
Ingeniero Industrial
MBA IESE
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