Cuando llega la Navidad, en esos días en que acaba un año y nos preparamos para otro, todos sentimos algo especial.
Con la edad, las emociones se nos disparan cuando sentimos el cariño verdadero, la auténtica amistad y la atención desinteresada.
Sólo cuando los sentimientos son auténticos pueden ser buenos y nuestro corazón distingue bien cuándo las palabras que le llegan, nacen realmente de otro corazón que busca también compañía, o por el contrario son forzadas, mecánicas e incluso frías.
La costumbre porque sí, los compromisos, no ayudan a despertar los buenos sentimientos. Esas reuniones para las que hay que buscar sitio en la agenda como si del trabajo se tratara y a las que uno asiste casi obligado, no son el mejor ambiente para que los corazones se abran.
Añoro aquellas Navidades en familia, hoy casi en extinción.
No creo que aquellos tiempos fueran mejores, tampoco que aquella sociedad fuera mejor que esta; de lo que estoy seguro es que dentro de mi existían y vibraban unos sentimientos que la vida ha ido endureciendo y que en estas fechas quieren rebrotar todos los años.
Es difícil asumir que los que ahora tenemos que llevar la antorcha de la alegría profunda seamos nosotros y que nos corresponde a los mayores crear ese halo en el que los niños y los jóvenes encuentren las sensaciones que antes nos emocionaban a nosotros.
La diversión, el barullo, producen excitación y forman parte de la Fiesta, pero sólo la alegría profunda y sencilla forma parte de la Felicidad.
Feliz Navidad
Kike, no funciona el link de «Leer más de este artículo» Saludos, Date: Mon, 23 Dec 2013 09:18:18 +0000 To: javierezcurra@msn.com
Vaya, ahora sí me funciona. Date: Mon, 23 Dec 2013 09:18:18 +0000 To: javierezcurra@msn.com